Es paradójico que en un mundo cada vez más intercomunicado, las relaciones humanas se hagan cada vez más díficiles.
Los problemas y malas experiencias se quedan dentro de uno mismo y se reviven constantemente. Y es muy triste y frustrante ver también a los que te rodean inmersos en un círculo vicioso del que no pueden salir.
Hay miles de libros de autoayuda, miles de profesionales de la psicología dispuestos a ayudarnos, pero qué fácil es hacer lo más pernicioso para nosotros: quedarnos en el pasado lamiéndonos las heridas una y otra vez.
Sin embargo, cada uno de nosotros decidimos qué pensar, somos dueños de nuestros pensamientos. Hay salidas y hay ayuda disponible. ¿Por qué esperar? Son nuestras vidas las que están en juego.
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